La definición de creencias de la RAE dice así: firme asentimiento y conformidad con algo. La creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da completo crédito como “cierta”. O sea que nosotros, en nuestro cerebro, cuando decimos “SÍ” a una creencia, esta comienza a formar parte del software operativo de nuestra vida, se convierte en el marco que va a definir nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Realmente cuando alguien te dice que lo que crees lo creas, no lo dudes ni por un segundo: es verdad.
¿Estás dispuest@ a explorar lo que crees para CREAR UN MUNDO DIFERENTE?
Cuando conocí la Programación Neurolingüística me pareció muy interesante concebir las creencias como “programas informáticos” que te van a poner unas gafas y crear un escenario vital determinado. Merece la pena detenerte un rato a explorar qué estás creyéndote, a qué estás diciendo “SÍ” y dando conformidad. ¿Te animas?
Otra cosa que me sorprendió fue la idea de que el cerebro muchas veces no elige las creencias por su nivel de “verdad esencial”, sino por un mero contenido funcional en un determinado momento de la vida. Hay momentos en que apoyarse en la creencia de que si tenemos poder sin límites cambia todo, y, sin embargo, hay otros en los que aceptar mis límites puede ser la puerta hacia la salud y la paz.
Entonces, ¿tengo poder sin límites o acepto mis límites? Ambas afirmaciones son verdad, y ambas han sido creencias fundamentales en diferentes fases de mi vida.
La PNL no se interesa en si las creencias son buenas o malas, verdaderas o falsas sino en si son limitantes o potenciadoras para ti.
Las creencias pueden ser más o menos útiles dependiendo del contexto, el momento y de tu personalidad. Por lo tanto, es importante cuestionarte:
- ¿Esta creencia o pensamiento me sirve?
-
¿Esta creencia está sacando lo mejor de mí?
- ¿Esta creencia contribuye al bienestar de las personas y del planeta?
O sea que hay creencias potenciadoras –que sacan a relucir nuestra mejor versión– y creencias limitantes que nos empequeñecen, ciegan y merman. Muchas creencias que fueron útiles en un momento dado de repente caducan y ya no nos hacen bien.
¿Podrías tomar conciencia de qué creencias ya no te valen para ser feliz, para ser tú mism@ o ayudar a generar un cambio global?
Cuando nos atrevemos a parar el hacer, hacer, hacer… y comenzamos el apasionante viaje de revisar nuestras creencias para ver cuáles forman parte de mi software actual, podemos caer en la cuenta de que hay creencias heredadas que mantenemos por aprendizaje inconsciente, hábito o incluso por lealtad a la familia o a un grupo de pertenencia y que realmente ya no son nuestras.
Todos hemos heredado “joyas de la familia” o condicionamientos sociales:
- El papel higiénico se pone así… ¿qué sucede si se pone al revés?
- Hay que conseguir todo con esfuerzo… ¿siempre, siempre ha de ser así?
- Los hombres son… las mujeres son… a los chicos les gusta … ¿esta creencia ayuda a mi relación actual o me hace estar menos disponible para él o ella?
- Un buen jefe es aquel que… una buena madre/padre es aquel que… ¿quien no hace eso es un mal jefe… una mala madre/padre?
Hay otro tipo de creencias que han sido condicionadas y generadas por las experiencias de tu vida. A veces de forma más o menos inconsciente terminamos desconfiando del entorno tras haber experimentado una traición o confiando en nosotros tras un triunfo.